Sorprendente puede parecer el hecho de que dominios como appletv.com, ipodnano.com ipodtouch.com o ipodshuffle.com no pertenezcan a Apple. Es evidente que no son dominios tremendamente comerciales como ipod.com o iphone.com (propiedad ambos de Apple) pero algunos de los citados no estarían para nada lejos del poder adquisitivo de la empresa de Cupertino. Ejemplos similares con otras empresas y sus productos los podéis encontrar vosotros mismos a poco que os pongáis.
Aunque el ejemplo inicial pueda parecer un poco cogido por los pelos, la realidad es que el dominio como tal está perdiendo valor. Creo que la época dorada de las grandes transacciones de dominios puede estar llegando a su fin y hay un culpable claro: Google.
La barra de Google para algunos navegadores o el campo de búsqueda que enlaza con Google en navegadores como Firefox, Flock o Safari a pasado a sustituir completamente a la barra de direcciones para un gran número de usuarios. Yo mismo he contemplado como amigos y familiares que tienen Google como página de inicio han tecleado «» en la pantalla principal del buscador y luego le han dado a buscar, para más tarde seleccionar, como no podría ser de otra manera, la primera propuesta del buscador mientras afirmaban orgullosos: «sí, ahí está». Hace un par de semanas, ayudaba telefónicamente a un compañero a entrar en una carpeta de nuestro servidor; le pedí que escribiese en su Internet Explorer (sigh) lo siguiente: //Servidor/Urbanizacion y ante sus quejas de que no funcionaba acudí a su puesto de trabajo para contemplar que lo estaba escribiendo en la barra de Google.
Lo peor de esta googlelización de la navegación por Internet no es la pérdida de valor comercial de los dominios, sino la sobrevaloración de uno de ellos, Google, que se está convirtiendo en sinónimo de Internet para muchos usuarios básicos de la red que ya no escriben una dirección ni casi apenas guardan favoritos: simplemente se limitan a poner lo que quieren en Google y éste, como un moderno genio de la lámpara, les proporciona lo que desean.
Para que veáis el alcance económico y filosófico de este hecho, leed este artículo de Enrique Dans sobre la neutralidad de Internet. Y si no queréis leer porque estáis perezosos, simplemente mirad la imagen que acompaña el post y os daréis cuenta de por donde van mis temores.