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  • Mochila fotográfica Lowepro Pro Runner 200 AW

    Lo de hacer fotos y tomar vídeos en los viajes es una cosa que está muy bien pero que tiene un hándicap no poco importante: es un soberano tostón andar todo el día de turista con una reflex colgando del cuello. Si a eso le añades la cámara de vídeo y los aperos habituales del turista, resulta que cuando estás de vuelta en el hotel y te deshaces de todo te sientes más ligero que Son Goku y Krillin tras quitarse el caparazón gigante que el Duende Tortuga les obligaba a llevar en sus entrenamientos.

    Pero mira, es lo que hay. En mi caso concreto, añadiendo ahora el carrito de la niña con sus cosas, las perspectivas de una semana en Asturias se me antojaban similares a la travesía del desierto que el pueblo judío realizó huyendo de Egipto. Sin embargo la suerte se puso de mi lado, porque una espera inesperadamente larga en El Corte Inglés dio con mis huesos en la sección de fotografía, estantería de mochilas.

    Tras un rato dando vueltas como un perro rabioso, entendí que allí podría estar la respuesta a mis plegarias. Las cámaras pesan lo que pesan, pero al menos podría llevarlo todo de una manera más racional. Aunque desconocía por completo las marcas y modelos que tenía delante de mí, la marca Lowepro me era vagamente familiar, seguramente por algún comentario de los fotógrafos que sigo en twitter, y me decanté por su modelo Pro Runner 200 AW (99 € en El Corte Inglés).

    Como podéis ver en las fotos, se trata de una mochila, con capacidad para una cámara con objetivo puesto de hasta 70-200 mm, más dos o tres objetivos/flashes y accesorios. Asimismo, lleva un bolsillo exterior para accesorios personales (bolígrafos, libretas etc.) y una vez cerrada y en la espalda, una correa y un bolsillo permiten llevar un trípode plegado; todo ello aliñado con correas y cierres para hacer más cómodo el transporte. Hasta chubasquero lleva esto. Dado que es una mochila para la espalda, no es muy ágil el movimiento de girar la mochila para sacar la cámara en movimiento. O eso o yo soy muy torpe que también puede ser.

    Me sobra mochila. Yo soy un absoluto novato y mi equipación fotográfica consiste en una Canon 1000D con el objetivo de serie y un 50mm, amén de un trípode grande. Es evidente que para ese equipamiento no necesito tanta mochila, pero sin embargo la elegí porque me permite llevar TODO mi equipamiento «multimedia» en un viaje. Una vez acomodada la cámara y su objetivo, en el habitáculo central me quedaba sitio para la cámara de vídeo Panasonic HD, los cargadores de baterías de ambas cámaras, una batería de repuesto y un parasol para la Canon, un mini-trípode y adaptador para el iPhone 4, el cargador del iPad/iPhone, el cable USB del Kindle, el GPS de bolsillo y más tarjetas de memoria (aparte de las que ya caben en los bolsillos que tiene la mochila a tal efecto). En el bolsillo exterior puse bolígrafos, el iPod Classic, una batería externa para el iPhone, una Moleskine, un diapasón (nunca se sabe), un cable VGA y los accesorios del iPad (el Camera Kit y el cable dock-VGA). Como véis, más que como mochila fotográfica la uso como mochila a secas, pero los compartimentos interiores, todas las correas y ajustes, y la posibilidad de llevar trípode, hacen que merezca la pena. No os pongo una foto de mi mochila completa por pura vergüenza torera, pero aquí tenéis un ejemplar al que sí tratan como se merece.

    Evidentemente muchas de estas cosas que llevo se quedaron en el hotel para las salidas de cada día, pero poder llevarlo todo junto me ha evitado muchos quebraderos de cabeza durante el mes de agosto, en los viajes de la playa a la huerta, de la huerta al pueblo, del pueblo a Asturias, de Asturias a la huerta, de la huerta a la playa y vuelta a empezar. Evidentemente 99€ no son moco de pavo, pero uno cumple años a principios de agosto y a falta de un buen iPhone que llevarse a la boca, esta mochila fue un excelente regalo.

    ¿Un inconveniente? Pues que puedes parecer gilipollas. Quiero decir, cualquiera que me haya visto por Asturias con la mochila y el trípode habrá pensado que soy de National Geographic como poco (por cierto, ésa es la marca de mi trípode) y luego voy y abro la mochila y sólo me falta sacar el bocadillo. Es algo así como cuando un gordito de cierta edad (yo mismo sin ir más lejos) decide comenzar a correr y antes que nada se gasta 324,57 € en mallas, zapatillas, camiseta, braga térmica, brazalete para el iPhone, velocímetro… y se lo pone todo para salir a correr 5 minutos (que es lo que da de sí).

    En cualquier caso yo no me avergüenzo y estoy muy contento con mi compra y creo que incluso en pequeños desplazamientos le voy a dar bastante uso.

  • Geolocalizando fotos: dos años después

    Cuando en enero de 2009 salió iPhoto’09 con capacidades para geo-referenciar fotos, corrí como loco a comprar un dispositivo GPS especial para tal cometido. Compré el ATP Photofinder Mini y hablé largo y tendido sobre él aquí, aquí y aquí.

    Pasado el tiempo la realidad es que lo he usado muy poco, que es lo que me suele pasar cuando tengo estos arranques de “flipao”. Se me olvidaba con frecuencia llevarlo conmigo y cuando lo usaba se me olvidaba encenderlo o peor, se me olvidaba apagarlo en los momentos en los que no tomaba fotos, con lo cual la batería se acababa rápidamente. Por la falta de uso la batería ha terminado por estropearse y plenamente cargada su duración deja mucho que desear.

    Preparando mi reciente viaje a Asturias volví a interesarme por el tema y recordé un par de propuestas para usar el iPhone como geolocalizador de fotos. Una consiste en usar alguna de las numerosas aplicaciones que replican el funcionamiento de un tracker GPS, pero tienen el inconveniente de que terminan por liquidar la batería de tu teléfono. Su ventaja es que te ofrecen muchas funcionalidades y mayor precisión, pero sinceramente he llegado a la conclusión de que no necesito saber las coordenadas exactas de cada foto.

    El otro sistema consiste en sacar con la cámara del iPhone una foto de referencia que, al estar geolocalizada por el GPS del propio iPhone, te puede servir de referencia para luego emparejar con ella las que tomes con tu cámara. Es poco preciso pero lo justo para mí y quizá para cualquier aficionado. El problema es que si no tienes cobertura de datos la geolocalización no se produce; aun con plena cobertura he detectado además que muchas veces la geolocalización falla por bastantes metros.

    En cualquier caso he usado el segundo método y estoy razonablemente satisfecho. He importado a Aperture esas fotos referencia tomadas con el iPhone y las he usado para localizar a mano las fotos tomadas con la cámara. Existe un buen sistema en Aperture que te toma sólo las coordenadas de esas fotos referencia directamente desde tu iPhone, sin necesidad de importar las fotos, pero yo prefiero importarlas porque la foto en sí me vale de testigo de dónde fue tomada y me facilita emparejar las otras.