Categoría: emilcar

Bajo esta categoría os hablaré de todas las cosas relacionadas con este blog y los cambios en su dirección o contenidos que pudieran acontecer.

  • De cómo perdí mi blog y cómo lo recuperé

    Comparezco ante vosotros para contaros la pequeña odisea por la que he pasado para que este humilde blog volviera a estar online, después de los problemas técnicos con los que fue sacudido la pasada semana.

    Todo empezó, como muchas cosas en esta vida, con un simple twitt; un twitt enviado por @irre10 el miércoles 17 de marzo a las 12:42 hacia mi persona con un texto tan sencillo como rotundo: «Hola Emilio, tu blog está suspendido, o caído». En algunas ocasiones mi blog se ha caído por algún problema sin importancia del servidor que siempre fue resuelto en pocas horas, así que a priori no me preocupé mucho. Empecé a preocuparme cuando visité mi blog y me redirigió a una espantosa pantalla donde se podía leer «Account suspended».

    (más…)

  • ¡¡Enhorabuena, Oscar y Vicky!!

    Estimados Oscar y Vicky,

    Sólo hay una cosa que nos provoque más alegría que una boda, y eso es un nacimiento, pero vayamos por pasos y sin aturullarnos. Dentro de una semana nosotros hacemos un año de casados y durante estos días hemos estado recordando cómo fueron los últimos preparativos, los nervios, el último beso de solteros 😉 …

    Vosotros a esta hora de la mañana (10AM)  ya habréis pasado por todo eso y estáis ahora mismo ante lo que será sin duda uno de los días más hermosos de vuestra vida (y también uno de los que más rápido se os pasen 🙁 ). Sabemos que vais aprovechar y disfrutar cada minuto y queremos desearos no sólo mucha felicidad para este día, sino también que esta felicidad os acompañe el resto de vuestros días, y que disfrutéis de ella con una sonrisa como la de la foto y siempre el uno junto al otro, cogidos de la mano.

    Un abrazo

    Emilio y Rocío 🙂

  • Adiós a la Schola Gregoriana de Murcia

    Va un off-topic personal. El pasado sábado mandé un twitteo diciendo que acababa de terminar mi última actuación con la Schola Gregoriana de Murcia. Muchos de mis followers se interesaron por el tema y por ello me he decidido a contar un poco de la historia.

    Llevo dirigiendo a ese grupo de gregoriano desde septiembre de 2005. Está formado por unos 18 hombres de una media de edad de 55 años. Como podéis deducir por su nombre, su repertorio se basa fundamentalmente en canto gregoriano, materia en la que si bien yo no tenía conocimientos específicos, he podido ir formándome a lo largo de estos 4 años.

    El caso es que el gregoriano «pega mucho»; no os podéis ni imaginar la cantidad de actuaciones (misas y conciertos) que tiene este coro, comparado con la actividad de un coro normal: 23 actuaciones en 2008 y 15 en lo que va de 2009. A eso hay que sumarle el ensayo semanal, todos los martes de 20h a 22h, y los oportunos oficios en Semana Santa y en Nochebuena.

    Para los que no sabéis nada sobre el ritmo de un coro normal os describiré el de la Schola Gregoriana con una palabra: infernal. Después de cuatro años me he agotado de estar cada domingo en un pueblo, cada sábado por la tarde en una iglesia distinta… No me entendáis mal, ocupé este puesto porque quise, me pagaban cierta cantidad al mes y me gusta muchísimo el gregoriano. Sin embargo llega un momento en el que los contras superan a los pros y ése es justo el momento de dejarlo.

    Durante estos años he cosechado buenas experiencias, grandes momentos para recordar, momentos no tan buenos que se olvidarán pronto y muchos amigos. Hoy he realizado un último y simbólico gesto, un gesto doble: me he borrado de la lista de correo del coro y he afeitado mi venerable barba monacal, como muestra de lo que ya no seguiré siendo.

    Afeitado

  • Hasta luego, Gombert

    Supongo que casi todos los que seguís este blog sabréis que Rocío y yo tenemos un gato llamado Gombert. Ha salido en algún podcast y también en algún screencast.

    Los que me seguís por twitter quizá también sabréis que hemos tenido muchos problemas con él, ya que contrasta un caracter apacible y cariñoso con otro lado «oscuro» extremadamente violento y agresivo, sin una pauta que podamos identificar, llegando al extremo de que la convivencia con él resultó insoportable y peligrosa para nuestra integridad física.

    Consultado un veterinario experto en comportamiento, su diagnóstico fue que si bien podríamos explorar en la naturaleza de su agresividad mediante diversos análisis difíciles de llevar a cabo dado el comportamiento de Gombert, su consejo rotundo era que dejáramos de vivir con el gato, habida cuenta de nuestras intenciones en el medio plazo de tener niños. Según su opinión, un gato con estos antecedentes no se puede tener en una casa donde hay un bebé que llora cuando tiene que llorar y que emite diversos y desconcertantes ruidos y olores.

    Con todo el dolor de nuestro corazón entendimos que lo mejor para todos es que el gato pasara de vivir en nuestra casa a hacerlo de manera libre en la finca que mis suegros tienen a 5 minutos de Murcia, donde comemos los domingos y donde incluso está previsto que pasen largas temporadas en verano. Allí hay otros gatos que vienen de visita y hay agua y posibilidades de que un gato se «busque la vida», amén de que mis suegros ponen pienso y otra comida para esos gatos «visitantes».

    El pasado domingo llevamos a Gombert a la huerta a modo de prueba y el pobre pasó todo el miedo que se puede pasar, al verse de pronto en un espacio abierto, natural y lleno de olores y sensaciones nuevas. El gallo del vecino, con su absurdo y permanente canto, no ayudó mucho.

    Sin embargo, llegado el momento de llevarle a casa, cuando conseguimos arrancarlo del limonero donde se había subido, comprobamos hasta por tres veces que el gato salía de su caja de viaje (que adora profundamente) para volver a subirse al limonero. Decidimos pues dejarle allí, ya que parecía haberse familiarizado con el entorno y no queríamos ni forzarle a quedarse ni forzarle a venir de nuevo a casa.

    Los que tengáis o hayáis tenido animales domésticos supondréis que la vuelta a casa fue un drama y que lloramos más que Jeremías, mientras retirábamos sus cosas. Es curioso comprobar como en los días siguientes la casa nos parecía enormemente vacía, como si antes fueramos siete y se hubieran ido cinco de golpe.

    Mis suegros y cuñados estuvieron en la huerta el lunes y nos trajeron informes no muy halagüeños, ya que al parecer el gato andaba por allí medio desorientado y sin tener del todo claro qué estaba pasando.

    Tras una semana dura de trabajo, ayer jueves pudimos acercarnos en persona a la huerta y a Dios gracias la impresión fue muy distinta. En cuanto salimos del coche Gombert surgió de entre los matorrales y nos dió la bienvenida maullando y revolcándose en el suelo. Tras un breve momento de caricias se levantó, se sacudió y se tumbó en la huerta al sol. Luego apareció por allí una gata llamada Clara que recientemente se ha convertido en fija en la finca; también nos dio la bienvenida. Para nuestra increíble sorpresa Gombert y Clara se llevan genial; se huelen los ocicos con tranquilidad y andan por allí juntos sin problemas, cosa muy extraña si tenemos en cuenta que Clara está preñada.

    Durante el tiempo que estuvimos allí, Gombert se comportó con normalidad, olisqueando las cosas que trajimos (cuencos para comida de él y los otros gatos), dándose paseos por la huerta, tumbándose al sol y asomándose a la carretera para ver pasar a la gente y a los coches. Cuando nos montamos en el coche y nos fuimos, el gato se quedó allí tan campante si hacer ningun gesto de venirse o cosa similar, lo cual nos dejó bastante confortados.

    Aunque este jueves lo vimos estupendamente, es de suponer que el gato habrá pasado y pasará momentos de desconcierto, miedo, frío e incluso peleas con otros gatos pero no dudamos, visto lo visto, de que sobrevivirá y será muy feliz en su nueva casa, máxime cuando todos los domingos tendrá allí gente y, por su puesto, a su amiga Clara 🙂 para hacerle compañía todos los días.

    Estamos muy contentos de haberle dado una solución buena a nuestro problema con Gombert, aunque la casa sigue estando terriblemente vacía sin él y le echamos mucho mucho de menos.

    Perdonad el rollo off-topic pero me apetecía desahogarme un poco.

  • El regreso

    Hola, queridos lectores y oyentes. Habréis notado en durante estos dos meses no he estado muy activo en el blog y podcast. Marzo y lo que llevamos de Abril han sido meses muy intensos por motivos laborales, personales y religiosos. La Cuaresma ha sido especialmente intensa en cuanto a conciertos y misas cantadas y mis grupos me requerían para ensayos y conciertos diversos; por otro lado, como ya he comentado, mi mujer ha iniciado una nueva etapa profesional en la que he sido colaborador intelectual y físico (transportando cosas, vaya).

    Esta ausencia mía ha hecho que algunos proyectos queden en el tintero definitivamente, como por ejemplo el tan prometido podcast sobre el uso de Evernote como aplicación GTD. Afortunadamente para todos el blog Think Wasabi ha iniciado una línea de trabajo muy activa entorno a la metodología GTD y cuenta con un screencast muy interesante sobre Things y Evernote. En algún momento sí publicaré mi propia organización de carpetas GTD para Evernote, pero aparte de eso, no se me ocurre nada más que yo pueda aportar a lo que él ya ha publicado, así que os dejo en sus manos.

    iTunes verde

    Sin embargo sí tengo novedades sobre algo que apunté en mi último podcast: cómo compartir una biblioteca de iTunes entre varios usuarios dentro de un mismo Mac. He hecho interesantes avances pero tengo que esperar a que mi mujer reciba su iPhone el próximo lunes para tener todos los datos necesarios antes de publicar nada.

  • Tres años después…

    Ayer mi iMac Core Duo 17′ cumplió 3 años desde que lo traje a casa. El día de ayer fue tan atareado que no pude siquiera terminar esta entrada para darle el homenaje que se merece.

    Aquellos que seguís este blog sabéis de las tribulaciones por las que he pasado con el problema de la pantalla defectuosa, pero en realidad este ordenador, como cualquier Mac, me ha dado muchísimas más satisfacciones que disgustos.

    Ello hace que el día de ayer y el de hoy estén revestidos, si cabe de una mayor melancolía, porque en estos dos días estoy preparando a mi iMac Core Duo 17′ para que mi mujer se lo lleve a su nuevo despacho y lo use en el trabajo. Sí, amigos, ironías de la vida; no soy yo quien va a aprovechar todo lo aprendido en la serie de artículos sobre el Mac en la oficina, sino mi mujer, quien comienza este lunes su nueva andadura profesional como abogada por su cuenta. Desde luego no hubiera podido imaginar mejor destino para el iMac; toda vez que yo ya no lo iba a llevar a mi oficina, su destino era sustituir al eMac que tiene mi padre en la casa del pueblo, un destino noble pero quizá indigno de tan gloriosa máquina.

    Este proceso de adaptación me está llevando a hacerle algunas crueldades a mi pobre iMac, como por ejemplo la instalación de Microsoft Office que ahora está en curso, pero no me cabe la menor duda de que está deseando empezar a dar guerra de nuevo desde su nuevo destino.

    Por otro lado, con esto que estoy haciendo esta mañana se cierra el círculo para mi mujer. Tras semanas preparándolo todo, el lunes comenzará en su nuevo despacho una aventura profesional. Tiene su oficina montada (Ikea rules!), todos sus papeles en regla, su ordenador listo para ser instalado el lunes por la tarde y además, ha decidido qué teléfono va a emplear en esta nueva etapa profesional que se abre ante ella: un iPhone 😉