En estos días se suceden por toda España diversas cenas y comidas de empresa. La gente sale con los compañeros de trabajo y pierde el norte y el decoro. Se producen escenas que nos inducen un profundo sentimiento de vergüenza propia o ajena. Y luego están ellas, las mujeres.
Citando a mi amigo Pablo, como resultado de estas cenas «la ciudad se llena de mujeres con un alto nivel de cachondez en sus cuerpos» ataviadas con sus pinturas de guerra, minifaldas, medias tupidas, taconazos, escotes, botas y demás armas de mujer; es muy cierto que salir en manada con las compañeras del trabajo las estimula a estos comportamientos, se animan las unas a las otras.
Citando de nuevo a mi amigo Pablo, «mi novia es una de ellas» y cuando digo «mi novia» me refiero a la novia de cada uno de nosotros, claro… y a la mía también.