El estado de la distribución automática

Uno de los lobos disfrazados de oveja que campan a sus anchas por el podcasting es la distribución automática. Se trata de una funcionalidad de la que muchos hostings presumen, que te permite mandar tu podcast a los más relevantes portales del medio con tan solo pulsar un botón.

De esta forma, el podcaster novato va a ver cómo, en segundos y sin esfuerzo, ese primer capítulo de su podcast que con tanto orgullo y esfuerzo acaba de subir a su hosting, se ve publicado en Apple Podcasts, Google Podcasts, Spotify, Amazon Music y ni se sabe cuántos sitios más.

Esta funcionalidad, que podría parecer una ayuda para el podcaster novato, es en realidad un importante perjuicio para su proyección y la de su podcast y lo es por dos motivos.

Secuestro

Por regla general, hace falta tener una cuenta de usuario en un portal de podcasts para publicar ahí tu podcast. Necesitas un AppleID para publicar un podcast en Apple Podcasts; necesitas una cuenta Google para hacer lo propio en Google Podcasts; precisas de una cuenta de Amazon para difundir tu podcast en Amazon Music; te es imprescindible una cuenta de Spotify para que tu podcast aparezca en el gigante verde. Creo que se capta la idea.

Sin embargo, en tu hosting no hay un campo donde tú puedas indicar esta información. Nadie te está pidiendo tu cuenta de usuario en esos portales. ¿Cómo es posible que se publiquen allí? Pues porque lo hacen bajo una cuenta genérica del hosting, quien desde ese momento pasa a ser el «dueño» de tu podcast en cada una de esas plataformas, privándote de la posibilidad de conocer sus estadísticas particulares y de tomar decisiones acerca de la presencia en ellas de tu podcast. La existencia de los nuevos canales en Apple Podcasts ha eliminado la antigua forma que existía de vincular los podcasts subidos de una misma cuenta, pero en su momento yo tenía localizadísima la cuenta en iTunes Podcasts de Spreaker, y se podía ver los cientos de podcasts que estaba publicando. También he de reconocer que, en el caso concreto de Spreaker, cuando algún podcaster le solicitaba recuperar el control de su podcast en iTunes, ponían todas las facilidades del mundo, sin duda necesarias para sortear el todavía anacrónico entramado técnico de la plataforma de Apple.

En estos tiempos en los que las plataformas no se limitan sólo a difundir tu audio sino que te ofrecen mucha información interna sobre estadísticas propias y muchas opciones para controlar cómo se ve tu podcast en su servicio, no usar tu propia cuenta para publicar tu podcast es una decisión temeraria e irresponsable con tu propia creación.

Ignorancia

Por cada podcaster que usa el botón de difusión de su hosting, un puñal más se clava en el corazón de Adam Curry, el podfather. El feed RSS es el alma del podcasting. No digo que sepas escribir a mano en código un feed RSS partiendo de un archivo en blanco, pero debes conocer sus rudimientos y tener claro que el feed es lo que lleva tu podcast de un sitio a otro. Las apps de tus suscriptores están apuntando a tu feed, y ese pequeño milagro tecnológico es lo que les hace llegar cada capítulo.

Cuando el podcaster novato pulsa el botón de difusión, se está ahorrando trabajar con el feed, copiarlo del hosting, entender qué es lo que está copiando, y darse cuenta de su absoluta importancia al ver que es lo ÚNICO que le piden las plataformas para dar de alta su podcast.

El botón del difusión facilita el trabajo pero hace el feed (más) transparente para el podcaster, lo cual abunda en su ignorancia sobre los fundamentos del medio y le hace estar al arbitrio de cualquier acontecimiento porque desconoce qué es lo verdaderamente importante de su podcast.

Imagen promocional de rss.com (encima con ese nombre) donde muestran iconos de Amazon, Spotify, Apple Podcasts etc para simbolizar la distribución automática.

Hubo un momento en que parecía que esta funcionalidad de la difusión iba a caer en desuso. Spotify for podcasters, entonces Anchor, anunció que desaparecía de su dashboard y fuimos muchos los que alabamos el movimiento. Pero se trataba de un lobo que se quita una piel de cordero para ponerse otra, porque la intención de la compañía era que los podcasts allí creados no fueran sino a Spotify, algo que ocurría automáticamente, omitiendo (que no prohibiendo) la información necesaria al podcaster para tomar su feed y llevárselo a otros portales.

Salvo ese malicioso movimiento (que no sé qué es peor) los grandes hostings siguen ofreciendo, orgullosos, la funcionalidad de difusión y, de esta forma, el concepto de feed se diluye como lágrimas en la lluvia justo cuando más necesitamos su presencia.