La comodidad a la hora de grabar es un factor fundamental, no sólo para nuestro desempeño intelectual sino también para no acabar con una escoliosis. Es frecuente que los podcasters novatos presten poca atención a este hecho hasta que acaban con un abono de por vida en el fisio de su barrio.
Algunos de los micrófonos que hay en el mercado traen su propio soporte, que suele ser un inútil trípode de plástico que merece la exterminación inmediata. Tras ello, procede meditar si quieres un pie de sobremesa o un brazo articulado.
Si entras a cualquier tienda online podrás encontrar pies por precios muy competitivos, lo que te permitirá ahorrar para el tratamiento psiquiátrico y físico que te deparará su uso. Si son tan baratos es porque no cumplen con los dos requisitos que debemos pedir a cualquier pie de sobremesa: altura y peso. El pie de sobremesa debe ser suficientemente alto para que el micrófono quede a la altura de tu boca, pero como no todas las bocas están a la misma altura, ésta debe ser regulable; si además tiene una pequeña jirafa, nos permitirá ajustarlo con más precisión a la altura deseada. La base debe ser pesada, para que equilibre el peso del propio micrófono. Sin tener claras estas cosas, en mis comienzos gasté mucho dinero en pies de sobremesa baratos, resultando que la base no pesaba lo suficiente y que el resto de componentes eran de una calidad pésima, por lo que los mástiles se vencían y, por regla general, tampoco la altura era la adecuada. Recuerdo perfectamente grabar Ars Mvsica con mis amigos y con gruesos tomos de partituras como base sobre la que poníamos los trípodes de los micrófonos para que nos llegaran a la boca.
En mi setup de podcasting uso pies de sobremesa cuando grabo podcasts grupales, con todos los participantes sentados en torno a una mesa, pero en mi estudio de podcasting fijo tengo un brazo de micrófono permanentemente montado con mi micrófono de cabecera. Aparte de poder extenderse, un brazo de micrófono gira sobre sí mismo, de forma que en mi mesa suele estar plegado hacia la pared; cuando voy a grabar sólo tengo que traerlo hacia mí, quedando el micrófono directamente a la altura de mi boca. Una vez más, la inversión que hagamos en el brazo es proporcional a su calidad. Actualmente tengo un brazo de micrófono que me costó cerca de 100 €, pero he tenido otros de precios mucho más bajos y que encontrarás fácilmente online. Si compras uno de estos brazos baratos o incluso si sigues el popular tutorial que te permite convertir un flexo de IKEA en un brazo de micro, el problema que te vas a encontrar es que el agarre a la mesa es débil, el conjunto tiene un tamaño muy limitado y el sistema de flexión está compuestos por unos muelles traídos de un castillo abandonado de Escocia, amén de que se vencen ante el peso del más inocente de los micrófonos.
Por todo ello quiero recomendarte los dos productos de estas categorías que uso yo desde hace años. Mi pie de sobremesa favorito es el HQ Power MICTS5 y el brazo de micrófono es el RØDE PSA1 aunque si te sobran 50 € puedes irte al RØDE PSA1+ que es el mismo brazo pero con un acabado más estético. Aunque no tengo ninguno, el RØDE DS1 como pie de sobremesa también parece una excelente elección.
Actualmente tengo cuatro de estos pies de sobremesa y un brazo PSA1, pero si no hubiera gastado tanto en opciones más baratas, ahora podría tener cuatro PSA1+ para los podcasts grupales y otros dos instalados fijos en el estudio, en mi mesa y en la de mi mujer. Y otro en la cocina, porque nunca se sabe.