Hace tiempo que quería escribiros sobre Mutator, un accesorio para mantener el iPhone en completo silencio que surgió en Kickstarter y que fue ampliamente cubierto por los medios. Participé en el proyecto por el mero ánimo de apoyar la idea, sin que fuera algo que me resultara ni mucho menos imprescindible. 21$ fue el importe con el que participé, el más bajo posible, en una campaña que comenzó el 24 de mayo y finalizó el 23 de junio, siendo la fecha estimada de entrega de las recompensas octubre, todo ello de 2013.
El 3 de julio el promotor nos informa de que ha tenido un hijo y de que está trabajando con un modelista para hacer algunos cambios en el diseño de Mutator. En agosto nos reconoce que cuando comenzó el proceso no tenía ni idea sobre procesos de fabricación y que no puede cumplir la fecha de octubre si no quiere entregar un Mutator mediocre. En septiembre afirma haber recibido diversas piezas del producto y estar comprobando diseños y posibles soluciones funcionales. A mediados de octubre se da cuenta de que va a ser imposible fabricar Mutator en USA y traslada el proyecto a China, recibiendo varios prototipos de diversas fábricas; para esta fecha el proyecto se ha visto detenido ya en al menos dos ocasiones debido a sus vacaciones o a las de las fábricas chinas; a estas alturas, cada actualización recibe ya comentarios impacientes e insatisfechos con el proceso. A finales de octubre sigue a vueltas con moldes y prototipos, al igual que a finales de noviembre, donde resulta evidente que los prototipos metálicos de Mutator son rechazados por las fábricas de plástico donde finalizan el producto, lo cual hace que tenga que volver a empezar. Ese problema parece resuelto a principios de diciembre, cuando ya podrá recibir prototipos completos.
El proceso es un poco más complejo pero he tratado de simplificarlo para no aburriros más de la cuenta. Mi impresión personal es que Ron Adair, el promotor de Mutator, no tenía ni la más remota idea sobre procesos de manufacturación de productos, ni moldes, ni prototipos, ni fábricas, ni nada de nada… Todo este proceso que ha documentado (escasamente) tras la fundación de su proyecto tendría que haberlo llevado a cabo ANTES de iniciar el proyecto.
Como no podía ser de otra manera, tras varias actualizaciones en 2014 del mismo estilo, el pasado 31 de agosto nos informaba de que daba el proyecto por fracasado y que enviará instrucciones para que solicitemos una devolución de lo aportado a la campaña.
Un sabor agridulce similar (aunque no comparable) es el que nos ha dejado Coin, la tarjeta de crédito que nos iba a permitir copiar dentro todas las nuestras y elegir cual usar pulsando un botón. Esta tarjeta nacía casi maldita para Europa, donde el estándar del chip en las tarjetas ya se ha expandido, pero aun así participé en la campaña de crowfunding privado que organizaron, pagando en noviembre de 2013 50$ por la tarjeta y 5$ para los gastos de envío.
Tras varios meses de actualizaciones frecuentes pero poco aclaratorias, llegó el ansiado mes de agosto de 2014, en el que recibiríamos las tarjetas. Para nuestra sorpresa, Coin ofrecía sólo el modelo BETA que ya llevan meses probando y que no tiene todas las características del modelo final; asimismo, los clientes que optaran ya por este modelo, deberán luego pagar por el modelo final (con un 70% de descuento) que saldría en primavera de 2015. Para más inri, el modelo beta está limitado a 10.000 participantes y quedan excluidos los clientes internacionales, con lo cual mi gozo en un pozo.
Como podéis suponer, se armó la de dios es cristo. Durante el tiempo que ha durado el desarrollo de Coin jamás se dejó siquiera entrever que algo así pudiera pasar, por lo que muchos backers se han sentido estafados. De hecho, actualmente la web de Coin muestra más información y detalles sobre el aspecto de la tarjeta de los que hemos tenido durante todo este proceso. Además, en los últimos meses ha empezado a desplegarse en USA el sistema de pin para las tarjetas de crédito y ya son muchos los bancos y entidades de crédito que las están poniendo en manos de sus clientes, aunque para el despliegue total de las máquinas en los comercios todavía falte bastante tiempo.
Así las cosas, la gente de Coin se vio obligada a pedir perdón por su falta de transparencia a rectificar en la medida de lo posible, de manera que ahora los backers que opten por entrar en el programa beta no tendrán luego que pagar nada por la tarjeta definitiva, y además los participantes de dicha beta aumentan a 15.000. Para poder decidir si optas o no por la beta, debes crear una cuenta a partir de un email que te mandan y luego entrar a la app para smartphone para ratificar si vas a la beta o esperas. La app para iOS está disponible desde el 28 de agosto y la de Android lo estará a partir del 25 de septiembre, aunque la disponibilidad de puestos libres en la beta queda determinada por cuándo te hiciste backer de Coin. Dado que esas apps sólo están disponibles en USA, al ser el programa beta restringido a ese país, lo único que he podido hacer es crear mi cuenta de Coin y «reclamar» mi tarjeta… para primavera de 2015.
Sin embargo para mí el experimento acaba aquí; con el sistema del chip desplegándose en USA, Coin ha afirmado que en modelos futuros estará incluido el soporte para dicho sistema, por lo que creo que no me merece la pena esperar casi un año entero para recibir una tarjeta cuyo uso práctico en mi país es más que dudoso. Si me la enviarán ya, me lo pensaría, pero ¿otro año en la duda? No gracias.
He aquí dos proyectos de crowdfunding en los que he participado y que han acabado en decepción. Ahora toca pedir la devolución y esperar a futuros proyectos recordando eso sí esta experiencia. Y es que en crowdfunding no todo es el Pebble.