Se cumple un mes y medio desde que comencé a usar un Fitbit One para medir mi actividad diaria. Cualquiera que me haya visto sabrá que estoy seriamente necesitado de actividad física y llevaba tiempo dándole vueltas a comprar un dispositivo que midiera mi esfuerzo, porque me conozco bien y sé que sólo respondo y soy constante cuando puedo cuantificar lo que hago.
Me decanté por el Fitbit One porque su forma de clip me pareció ideal para mí, más discreto que una pulsera; asimismo, en mi timeline tenía varios usuarios de Fitbit, lo cual me resultaba muy interesante ante la parte de red social de este dispositivo, ya que iba a tener gente con la que compararme y «picarme» llegado el caso. El otro dispositivo que me llamaba la atención por su parte social era la pulsera Nike Fuelband, pero no se vende en España y tendría que esperar algún barco de las Ciudades Libres para conseguirla.
El Fitbit One es básicamente un podómetro con esteroides. La cifra de pasos diaria es la principal medida, base también de las tablas de clasificación con amigos. Yo tengo puesto un reto diario de 10.000 y ha resultado ser de lo más realista para una vida medio-sedentaria como la mía. Si eres un runner esos 10.000 te los comes en un periquete pero a mí me suponen un reto, aunque esta semana pasada estuve en una media de 11.000 pasos diarios. Esta medición lleva otra pareja que es la de kilómetros recorridos; en la configuración de tu perfil puedes poner la longitud de tu zancada, andando y en carrera, cosa que yo no he hecho, así que la aplicación me aplica parámetros medios y me da unos valores que me resultan satisfactorios, dado que no me resultan muy relevantes.
Algo parecido me pasa con las calorías quemadas. El software de Fitbit es muy potente; tanto vía web como en la app para iPhone puedo introducir pacientemente todos los alimentos que como, para poder llevar así una cuenta de las calorías que ingiero y compararlas con las calorías que consumo, de manera que la aplicación me indica las calorías que todavía puedo ingerir en lo que queda del día para no engordar (tarde). Sin embargo con esto de introducir alimentos pasa como en cualquier aplicación del estilo; como podéis ver en la captura, cuando pones algo tan sencillo como «tostada», los alimentos que te ofrece el buscador son tan extraños como inusuales (al menos en mi casa) y al final la necesidad de construir tú a mano tu propia tabla de calorías hace que desistas. Por ejemplo, si buscas «Garbanzos» te ofrece como opción más racional «Garbanzos cocidos con sal» y la medida es «1 taza» ¿Quién come los garbanzos por tazas? Entonces puedes modificar la medida y las opciones son: pinta, cuarto de galón, onza, libra, gramo y kilogramo. Es cierto que en una dieta severa deberíamos pesar lo que comemos, pero no es mi caso ni el de la mayoría de la gente. Además ¿y las espinacas? Porque la comida que trato de introducir garbanzos con espinacas (gracias Rocío, por incluirlos en el menú de CADA semana). También puedo añadir las espinacas por separado, y por cierto, el buscador distingue «Espinaca» de «Espinacas». ¿Alguien sabe lo que es la espinaca malabar? Se supone además que Fitbit actualizó recientemente su base de datos de productos españoles, pero sigo sin encontrar Danone. Lo que sí hago en este sentido es llevar un control del agua que bebo y tratar de mejorar mis costumbres a ese respecto.
El siguiente parámetro que mide son los escalones subidos, medido en plantas, usando un oscilómetro para determinar los pasos dados en rampa. Dada esta técnica, si en vez de subir escalones subimos andando al Santuario de la Fuensanta desde Algezares, en función de las pendientes de las cuestas también nos contará plantas subidas. 10 plantas son el reto diario por defecto y así lo he dejado también. Se ha convertido en uno de los parámetros que más me estimula. Cuántas veces antes de tener el Fitbit One me había dicho «A partir del lunes no vuelvo a coger un ascensor»… pero sólo ahora he hecho realidad mi propósito, ahora que puedo medir lo que hago. La empresa donde trabajo está en una tercera planta, así que si tengo que salir a algo durante la jornada laboral (desayuno, visitas a bancos, reuniones fuera) puedo conseguir acercarme a las 10 plantas de reto; si no salgo a nada ya lo tengo más complicado, porque mi casa es una primera planta. Yo he llegado a subir andando hasta una sexta planta sólo por meterle un subidón a mis estadísticas 😉
Otra cosa que mide el dispositivo son los minutos de alta actividad representados en la pantalla de Fitbit One como una flor que crece. Resulta interesante, pero una vez más, para mí menos relevante que los pasos y las plantas subidas.
Con el Fitbit One te incluyen el adaptador clip, un cargador USB, un sensor Bluetooth para el ordenador y una muñequera blanda donde poder meter el dispositivo y medir tu sueño. Manteniendo pulsado el botón cuando te metes en la cama activas un cronómetro que podrás parar de la misma manera cuando te despiertes. Durante ese tiempo el dispositivo mide cuando te has dormido y las veces que te has despertado, pudiendo así estimar porcentualmente la calidad de tu sueño. Esta medición la hace en función de lo que te mueves y por tanto no tiene una precisión científica; pensad por ejemplo en alguien que se mueve mucho por la noche o si te has desvelado y estuviste estático leyendo en tu Kindle hasta las 4 AM. No obstante, del gráfico que podéis ver en la imagen superior se puede sacar información valiosa, como por ejemplo a qué hora me levanté para cambiarle el pañal a Emilcar IV. Como complemento a esto, puedes usar el Fitbit como despertador gracias a su alarma por vibración, programable vía web y completamente inocua para quien duerma a tu lado; desde que lo tengo ha sustituido completamente a mi iPhone en esa función.
Como ya he dicho más arriba, el software de Fitbit es poderoso. Podemos medir con él muchas más cosas de las que miden sus dispositivos, como por ejemplo natación, levantamiento de pesas… todo esto se hace añadiendo manualmente las actividades. Hay un montón, desde las relacionadas con el deporte hasta las más inverosímiles como… sí, dirigir un coro u orquesta 🙂 Asimismo, puedes llevar un registro de tu peso, bien a mano, bien mediante la báscula Aria de la propia marca Fitbit o bien como he hecho yo, vinculando mi báscula Withings.
Tras toda esta somera descripción la pregunta podría ser ¿pero esto funciona? Y la respuesta es SÍ. En el transcurso de este mes y medio no he hecho un especial régimen y se puede comprobar que apenas he perdido peso, pero sin embargo me encuentro mucho más ágil, más ligero, y no son pocos los que me han dicho que estoy más delgado. Además las posibilidades del Fitbit son muchas, ya que lo puedes vincular a Endomondo, por ejemplo, y usarlo de medidor si es que se te ocurre salir a correr por ahí como un gamo. También es cierto que la constancia es la clave; yo siempre llevo conmigo mi Fitbit One incluso en el pijama. Cuando miro al ranking de amigos y veo las cifras de algunos, es fácil inferir que han olvidado el dispositivo algún día de la semana.
Yo tengo claro que mi Fitbit es sin duda el One, por prestaciones y por diseño, pero no son pocos los que propugnan que para evitar olvidos y por otros motivos es más cómodo una pulsera, y para todos ellos HOY sale a la venta la Fitbit Flex. Este nuevo medidor pierde la capacidad de medir las plantas subidas a cambio de una mayor comodidad al poder llevarlo como pulsera. No deja de ser un dispositivo parecido al One pero con la capacidad de insertarse en una pulsera plástica que se presenta en cuatro colores: pizarra, negro, verde turquesa y mandarina.
Aparte de solucionarte el problema de los olvidos, pareciera más adecuada para realizar deporte. También tiene la comodidad de que no tienes que cambiarla del clip al brazalete para medirte el sueño, como sucede con el One. Un código de 5 leds sustituye a la pantalla informativa del One, dejando a la sincronización con tu smartphone la cuantificación real de lo que llevas hecho. Parece evidente que la propia Fitbit considera al Flex como un producto alternativo y no superior al One, porque ambos tiene el mismo precio de 99,99 €. El otro monitor de la marza, el Zip (que sólo cuenta pasos, kilómetros y calorías) cuesta 59,99€. Los podéis encontrar todos en Macnificos, aunque ahora mismo en Amazon el Fitbit One está algo más barato, a 94,95 €.