Ayer me rendí ante la promoción de Amazon y compré el Kindle básico por 59 €. No es que el precio habitual de 79€ me parezca excesivo, pero esos 20 € de rebaja me empujaron definitivamente a los brazos del que considero es el mejor lector de libros electrónicos que existe en el mercado.
Mi mujer tiene un Kindle desde hace un par de años, en concreto el modelo antiguo que podéis ver en la fantástica foto que preside este artículo, obra de alienratt en Flickr. Entenderéis por tanto que ya tengo hecho el master en manejo de Calibre, sincronización de bibliotecas con iTunes y todo lo que hace falta saber para manejarlo. Hemos comprado pocos libros a Amazon, así que esa parte supongo que tendré que explorarla más.
A las pocas semanas de tener mi mujer su Kindle (y su funda con luz) ambos estuvimos de acuerdo en que era un producto magnífico y perfectamente adecuado a su función: leer. Estuve tiempo debatiéndome sobre si comprar también yo uno para mí, pero llegué a la conclusión de que teniendo un iPad y un iPhone, me resultaba más productivo entregarme al ecosistema de iBooks, toda vez que el color de las pantallas y algunas otras características le conferían ciertas ventajas sobre un lector de tinta electrónica.
Sin embargo, en aquel debate interno dejé de lado un factor importante: leer. Y es que a mí, de natural perezoso para la lectura, me cuesta muchísimo ponerme a leer con el iPad. Cada noche lo llevo a la cama con el firme propósito de abrir iBooks y comenzar a leer mi siguiente libro. Salvo en el verano, mi principal tiempo de lectura, puedo decir que no lo he conseguido NUNCA. Twitter, emails, juegos, tumblr… en el iPad hay demasiadas cosas que me llaman la atención y que me desvían de un hobby, la lectura, que deseo practicar con más asiduidad, toda vez que entiendo que es mejor para mi cultivo personal leer una novela (por simple que sea) que ver gifs animados y memes.
Durante el verano, mi mujer y yo decidimos leernos al alimón dos libros de Juan Gómez Jurado, Espía de Dios y Contrato con Dios. Me ganó por paliza. Ahora que disponemos de las mismas armas, veremos quien gana el próximo duelo.