Llevo un mes dándole vueltas en la cabeza al tema de este artículo. Pensé hacerlo podcast pero no consigo sacar el tiempo para grabar. Todo ello ha derivado en la sucesión de más acontecimientos al respecto y por fin hoy me he decidido a escribir sobre el tema.
A mediados de noviembre iTunes puso a la venta por fin el catálogo completo de The Beatles. El hecho supuso un gran revuelo, ya que el anuncio previo rodeado de misterio hizo que algunos pensaran que Apple iba a sacar en iTunes por fin el patín volador. Al no ser así, cundió el desánimo y las críticas exacerbadas, que incluían manifestaciones muy coherentes y legítimas y también otras tan profundamente estúpidas como por ejemplo que TODO EL MUNDO ya tenía esos discos, cosa que después se manifestó incierta cuando estos discos arrasaron en ventas en la iTunes Store e hicieron a Apple, si cabe, un poco más rica.
Pero no quiero hablar ahora de todas estas historias sino de lo que realmente ha significado para mí el hecho de ver a The Beatles en iTunes, un cambio más profundo de lo que habría pensado en un principio.
La tormentosa relación entre Apple y The Beatles está compuesta de cerca de 30 años de encuentros y desencuentros por los derechos de la marca «Apple», que aparte de ser el nombre de la empresa de nuestros amores también lo es de la discográfica de The Beatles. En el blog de K-tuin podéis leer un magnífico y breve resumen de la historia. El pasado 16 de noviembre terminó por fin toda esa lucha con la inclusión de la música del grupo de Liverpool en la iTunes Store. ¿Os lo imagináis? ¿Os imagináis estar 30 años peleando con alguien y finalmente llegar a un acuerdo con él? Pensando en la personalidad de Steve Jobs, creo que esa portada en la web creando «hype» es poco para lo que yo hubiera hecho. Yo hubiera hecho una keynote de 3 horas en el transcurso de la cual me habría emborrachado en el escenario en directo junto con mis colaboradores para terminar cantando «All you need is love» en pelotas usando los iPhones como micros y jaleando al público.
Con la inclusión de The Beatles en iTunes cae el último gran bastión de la música moderna que se resistía a vender su música en formato digital. Alguno me dirá que queda AC-DC pero me vais a perdonar si no comparo la fama y relevancia de este grupo con la de The Beatles.
Yo compro toda la música que tengo. Toda. Sin pretender ser un ejemplo para nadie ni sermonear. Salvo la colección completa de The Beatles que compré en CDs hace un año (cuando salieron remasterizados), la música que yo compro es música clásica, y aunque apenas uso los CDs en sí, he querido seguir comprándolos físicamente por un sentimiento de romanticismo y coleccionismo.
Ahora, con la caída de The Beatles he pensado… que yo también voy a caer y voy a dejar de comprar música y otras cosas en soporte físico. Es la señal que esperaba. No más CDs y no más DVDs. Mi romanticismo y coleccionismo tiene un precio en euros y en espacio físico que he decidido no seguir pagando. Tenía la decisión casi tomada y ayer ocurrió algo que me hizo terminar de afirmarme: Discos Doble A, la pequeña y mítica tienda de música del centro de Murcia, especializada en clásica pero también en jazz y otras hierbas, cerrará sus puertas al término de la campaña de Navidad.
El cierre se produce sin dramas ni escándalos y sobre todo sin culpar a nadie por ello. Antonio López-Alascio, el dueño, es demasiado elegante para ello. Esta tienda ha aguantado durante años la competencia salvaje de El Corte Inglés, Fnac, Media Markt, Carrefour y todas las superficies grandes o medianas que venden discos en Murcia. Sin embargo el negocio ya no es negocio para nadie y menos (y esto es opinión mía) cuando las propias distribuidoras son las que te impiden hacer correctamente tu trabajo, atendiendo mal y tarde los pedidos e incluso vendiendo ellas directamente al público a precios mejores.
Esta tienda es la tienda donde compré mi primer CD, con 19 años de edad. Cuando cierre la tienda, en el proceso de liquidación, también compraré allí mi último CD.