Va un off-topic personal. El pasado sábado mandé un twitteo diciendo que acababa de terminar mi última actuación con la Schola Gregoriana de Murcia. Muchos de mis followers se interesaron por el tema y por ello me he decidido a contar un poco de la historia.
Llevo dirigiendo a ese grupo de gregoriano desde septiembre de 2005. Está formado por unos 18 hombres de una media de edad de 55 años. Como podéis deducir por su nombre, su repertorio se basa fundamentalmente en canto gregoriano, materia en la que si bien yo no tenía conocimientos específicos, he podido ir formándome a lo largo de estos 4 años.
El caso es que el gregoriano «pega mucho»; no os podéis ni imaginar la cantidad de actuaciones (misas y conciertos) que tiene este coro, comparado con la actividad de un coro normal: 23 actuaciones en 2008 y 15 en lo que va de 2009. A eso hay que sumarle el ensayo semanal, todos los martes de 20h a 22h, y los oportunos oficios en Semana Santa y en Nochebuena.
Para los que no sabéis nada sobre el ritmo de un coro normal os describiré el de la Schola Gregoriana con una palabra: infernal. Después de cuatro años me he agotado de estar cada domingo en un pueblo, cada sábado por la tarde en una iglesia distinta… No me entendáis mal, ocupé este puesto porque quise, me pagaban cierta cantidad al mes y me gusta muchísimo el gregoriano. Sin embargo llega un momento en el que los contras superan a los pros y ése es justo el momento de dejarlo.
Durante estos años he cosechado buenas experiencias, grandes momentos para recordar, momentos no tan buenos que se olvidarán pronto y muchos amigos. Hoy he realizado un último y simbólico gesto, un gesto doble: me he borrado de la lista de correo del coro y he afeitado mi venerable barba monacal, como muestra de lo que ya no seguiré siendo.