Bueno, pues muerto el perro se acabó (casi) la rabia. Y la conclusión es que me quedo sin iPhone 3G. La verdad es que de todas las novedades del dispositivo sólo una me llama poderosamente la atención y son los 16 Gb, en comparación con los 8 Gb del iPhone que tengo ahora. El 3G y el GPS me dan un poco igual. Aun así, me hacía ilusión tener un iPhone «legal» porque yo es que soy muy formal.
Yo podría firmar un contrato de 15 € de datos y 20 € de voz, y dado que soy de Vodafone, por portabilidad me sale el iPhone por 189 €, que no me parece mal precio, ya que es incluso menos de lo que pagué hace dos años por mi Nokia N70. Sin embargo, mi contrato de permanencia con Vodafone y el de Rocío están en vigor, con lo que me cuesta 180 € liberarnos del gigante rojo. La operación me saldría por 369 € y la verdad es que no está el horno para bollos.
Así que si no ocurre un milagro (ONCE, bonoloto, etc.) de momento veré el iPhone 3G desde la barrera. Eso tiene de bueno varias cosas (quien no se consuela…):
– Recupero los 20 € de reserva del iPhone 3G que dejé en la tienda Movistar de Murcia.
– Puedo dedicar mis esfuerzos a seguir los hackeos del firmware 2.0
– Para cuando tenga pasta (octubre, noviembre) quizá tenga acceso a un iPhone libre de verdad de esos belgas o italianos o lo que sea (aunque dudo mucho que funcionen en España) y pueda seguir mi idilio con Vodafone.
¿Y vosotros qué vais a hacer?