Los que seguimos la actualidad de Apple desde hace al menos 4 años (cuando se produjo la transición a Intel) sabemos que la empresa de Cupertino marca inexorablemente su propio ritmo y que no hay nada ni nadie que pueda alterar dicha cadencia. Ni bloggers, ni clientes, ni competidores, ni Wall Street… nadie. Asimismo esto se acompaña con el mito de que Apple es una empresa pequeña, con no excesivos recursos humanos, y que por tanto suele enfocar todas sus energías a una única cosa, dejando el resto de áreas un tanto abandonadas. Y menos mal que es así.
Cuando pienso en la estructura interna de Apple, me gusta pensar que efectivamente tienen unos pocos ingenieros asignados a cada proyecto de software, muy pocos. Estos tíos son los que trabajan en dicho proyecto a tiempo completo y proponen los cambios y mejoras sustanciales. Hablemos por ejemplo de iLife. De pronto, Steve Jobs, el Consejo de Administración o quien sea, decide que es el momento de sacar una nueva versión de iLife, y un buen día estos pocos programadores ven llegar por el pasillo una horda de ingenieros que vienen a trabajar a su proyecto con dos objetivos: 1) Aportar potencia de fuego 2) Normalizar las propuestas de los programadores del proyecto para armonizarlas con el resto del entorno Mac.
Si esto no funcionara así (o de manera muy parecida) el software de Apple sería una auténtica verbena, como podemos ver en otras compañías. Y cuando hablo del software hablo también del hardware y de la conjunción de ambos, que es lo que finalmente determina lo que llamamos la experiencia de usuario, algo que está especialmente cuidado en iOS.
Sin embargo el espectro de dispositivos que usan iOS se ha ampliado recientemente y eso ha dado lugar a una fragmentación del sistema operativo móvil de Apple, la primera desde que salió el iPhone original. Y las perspectivas no son muy halagüeñas. Los que tenemos la iOS 4.0 desde que hace semanas la pusieran a disposición de los desarrolladores sabemos que esta versión no es ni mucho menos perfecta. Yo he comprobado muchos errores pequeños del sistema, cosas sin importancia pero que no había visto en versiones anteriores, como por ejemplo que la pantalla que sale cuando haces una llamada se ponga a parpadear como una loca para finalmente colgarte la llamada. Llama también la atención que después de haber dispuesto de betas muy avanzadas, los desarrolladores estén todavía en la parra y apenas unas pocas aplicaciones se hayan actualizado ya a versiones que aprovechen las mejoras de iOS 4.0; de la misma manera, sigo esperando espectaculares programas para Mac OS X que aprovechen Core Audio, Core Video, los 64 bits, Grand Central Dispatch etc.
El iPad es otro ejemplo de esto. Todos los que tenemos un iPad sabemos que aunque el dispositivo es genial, este iOS 3.2 no va demasiado fino y que tiene bastantes incoherencias no ya con iOS 4.0 sino con el mismísimo iOS 3.1.3 que usaban hasta ayer todos los iPhones 3G y 3GS del planeta. Por ejemplo, no termina de llevarse bien con MobileMe, duplicando eventos e incluso calendarios, siendo necesario borrarlos del iPad y volverlos a activar para que la cosa vuelva a la normalidad. Una vez más, los programadores parecen estar paralizados y ni mucho menos existe la diversidad de aplicaciones básicas que sería de desear.
Visto todo esto, no me extraña nada que no vayamos a tener iOS 4.0 para iPad hasta otoño. Es más, de aquí a entonces tendremos una 3.2.1 para el iPad e incluso una 4.0.1 para el iPhone y el iPod Touch que resuelvan todos los problemas que hay. Es más, Apple va a continuar con el patrón que ya se ha marcado con iOS 3, es decir, todas las subversiones de iOS 4 van a traer realmente pocas novedades, y uno de los retos será que lleguen a unificarse de nuevo, es decir, que tanto iPhones como iPods Touch como iPads lleguen a llevar en algún momento el mismo número de versión de iOS. Y lo mismo pasará con las aplicaciones, ya que los desarrolladores tienen que pensar ahora en tres resoluciones distintas, lo que ralentizará la aparición de nuevas versiones.
Resumiendo: PACIENCIA. Si los movimientos entorno a iOS os parecían mucho más rápidos que entorno a Mac OS X, creo que la tendencia será soltar un poco el acelerador y hacer más apuestas por la estabilidad, la corrección de errores y la unificación de versiones. Vamos, que puede que el iOS 5 sea como el Snow Leopard de los iOS. Nuestra única esperanza es MobileMe, dado que dicha plataforma ya tiene algunas características que no se pueden controlar desde iOS ni desde Mac OS X. Sería una auténtica ironía que este denostado servicio se convirtiera ahora en el motor de la evolución de los sistemas operativos de Apple.